Hace algunos años, algunos de los temas abordados en las páginas de Allinta Munay resonaban lejanos y poco urgentes dentro del vertiginoso discurrir nacional. La reforma agraria de Velasco parecía ser un anacronismo histórico cuyas reivindicaciones sociales no superaban su fracaso económico. El concepto de amor incondicional, que da nombre en idioma quechua a esta novela, era negado rotundamente por el entonces vivo Marco Aurelio Denegri en su programa La Función de la Palabra. Eran días en los que el sistema parecía funcionar maravillosamente en este país de emprendedores. Había mucha gente feliz y saciada con el denominado boom gastronómico, confiada en los indicadores macroeconómicos, y asombrada con el crecimiento y modernización de Lima y de otras urbes.