Sologuren es, en la ruta seguida por Mirko Lauer, una estación en la que confluyen la ilusión y el desengaño por la escritura de poesía. El libro encierra un homenaje al poeta que fue amigo y maestro, no solo porque su figura sirve de marco de referencia al protagonista en más de un paaje, sino porque también, a la manera del propio Sologuren, Lauer indaga en la poesía mientras hace poesía. La creación no se distingue de la reflexión. Esto no implica que siempre se obtenga respuestas. Por el contrario, surgen mayores interrogantes.