- Editorial:
- ALMUZARA
- Año de edición:
- 2020
- Materia
- Empresa
- ISBN:
- 978-84-18346-74-3
- Páginas:
- 200
- Encuadernación:
- Rústica
LA LÓGICA Y EL ARTE DE DECIDIR
APRENDE A TOMAR LAS DECISIONES CORRECTAS
HERNÁNDEZ, ÁNGEL
Un libro desenfadado pero lleno de rigor. Fundamentado en resultados relevantes y muy sugerentes de áreas del conocimiento tan atractivas como la teoría de juegos, de la decisión o la economía experimental, de plena actualidad, donde la psicología tiene mucho que decir. Así, en sus páginas se recrean el teorema de la imposibilidad de Arrow, los equilibrios de Nash o los diseños experimentales y juegos de W. Güth, R. Schmittberger y B. Schwarze, Martin Shubik, Robert W.Rosenthal, Kaushik Basu, Amos Tversky y Daniel Kahneman, Merrill Flood y Melvin Dresher, o Reinhard Selten, muchos de ellos galardonados con el Nobel, y todos grandes investigadores en sus dominios. Federico es un individuo dominado por el espíritu de la razón. Su capacidad para aplicar la lógica en sus razonamientos con sutileza y elegancia es admirable. Junto con otros personajes de personalidad muy dispar, vivirá situaciones pintorescas y comprometidas que deberá resolver tomando una decisión. Pero? ¿dará en el clavo? ¿o se machacará el dedo? La respuesta dejará al descubierto curiosas paradojas y desafíos mentales fruto de nuestra forma de razonar, que nos ayudarán a comprender cómo decidimos. Esto nos permitirá mejorar nuestra capacidad para tomar decisiones y anticipar las que tomaran los demás, ventajas que podemos explotar en multitud de campos que van más allá del económico. Así, este libro puede ser del agrado de una persona vinculada o atraída por el marketing, la publicidad, las ventas o las finanzas, pero también por la psicología, el derecho, el periodismo, la sociología o la política por citar algunos ejemplos. En definitiva, una obra que invita al lector a pasar un rato ameno revisando la brújula que orienta las decisiones que tomamos, sobre todo cuando el mecanismo que la hace funcionar es la racionalidad, porque a veces los instrumentos de navegación fallan y nos pueden guiar hacia la tempestad, no solo a nosotros sino también a los que nos rodean.
